La inclusión cultural como objetivo básico social

Para gestionar adecuadamente la diversidad, será necesario incidir sobre esta cuestión, en la que se encuentra la raíz del problema: exclusión por parte de los grupos mayoritarios de aquellos que se perciben como diferentes. Cualquier otra cosa sería adoptar medidas "cosméticas", o iniciativas puntuales para resolver conflictos concretos, que no sirven para iniciar el cambio cultural que requiere la gestión de la diversidad. Nos centraremos en el desarrollo de un entorno incluyente. Para ello, hay que profundizar en el concepto de prejuicio, y de exclusión, con el objetivo de ofrecer criterios y herramientas para disolverlos.

Exclusión

La exclusión es la consecuencia esperable de los procesos de identificación social cuando sobre ellos no se incide de ninguna manera. Para que se produzca la exclusión, es necesario que la persona discriminada se perciba como parte de un grupo o colectivo por el que se siente rechazada o desagrada.

El proceso de exclusión

Estereotipos

Así definida, la exclusión tiene su origen en los estereotipos, que son creencias, ideas y sentimientos negativos o positivos hacia ciertas personas pertenecientes a un grupo determinado.

Prejuicios

Cuando, sobre la base de estos estereotipos, se realizan valoraciones negativas de un grupo, aparece lo que denominamos como prejuicio.

Discriminación

En el momento en el que los prejuicios llevan a una persona a actuar en contra del grupo o de la persona prejuzgada, el resultado es la discriminación, que sería el último estadio, y el más grave, de los procesos de exclusión.

Los estudios desarrollados recientemente confirman que los estereotipos, y los prejuicios derivados de ellos, han cambiado sustancialmente en el tiempo. Las personas dicen no tener prejuicios y ser mucho más tolerantes, aunque el contexto no es tan simple como parece y lo cierto es que la exclusión sigue existiendo, aunque en formas mucho más sutiles. Tener prejuicios es algo que está mal visto socialmente, que no es políticamente correcto, y la mayoría de las personas está de acuerdo en que prejuzgar y discriminar está mal. El problema radica en que muchos de estos estereotipos se aprenden de forma inconsciente, por lo que están muy arraigados en la sociedad y forman parte de nuestros procesos mentales automáticos. De hecho, los prejuicios pueden afectar el comportamiento de una persona incluso cuando está tratando de ser justa.

No podemos decir, por tanto, que los prejuicios hayan desaparecido, sino que han adoptado formas más sutiles, en ocasiones inconscientes. Las personas no los expresan ya abiertamente, sin remordimientos, como ocurría antes, pero siguen existiendo, y en ocasiones son difíciles de atajar. La recomendación para evitarlos es hacerlos visibles, hacer ver que existen, y motivarlos para actuar frente a ellos. Para iniciar este proceso es importante comprender de dónde provienen, y por qué se mantienen.

Factores de donde provienen los prejuicios

Se ofrece una visión sintética de todo lo que hay detrás de un estereotipo, con lo que podría ayudar a las personas para comprender los prejuicios que pudieran tener. En la parte superior se sitúan los factores donde proceden los prejuicios, de los que no siempre los individuos son conscientes:

Correlaciones ilusorias

En muchos casos, nuestra visión de los demás se basa en asociaciones que hacemos entre diferentes características de su perfil, que no siempre tienen una base real. Es común, por ejemplo, que, si hemos coincidido con un/a compañero/a de trabajo poco eficiente, procedente de otro país, o con una formación distinta de la nuestra, pensemos que todas las personas como él o ella vayan a tener un rendimiento igualmente negativo. Si racionalizásemos la situación, probablemente llegaríamos a la conclusión de que su comportamiento no se puede extrapolar, pero el proceso inconsciente de atribución suele funcionar con carácter previo, y tener un gran peso en la formación de nuestra idea de los demás.

Roles sociales

También tendemos a atribuir valores y a predecir el comportamiento de los demás en función de la posición que pensamos que tienen en la sociedad. Es común, por ejemplo, atribuir niveles mayores de capacitación a personas con un poder adquisitivo más elevado, o pensar que las personas con cargas familiares tendrán un rendimiento comparativamente inferior.

Miedo a lo desconocido

Las situaciones de incertidumbre normalmente incomodan a las personas, que siempre buscan poder predecir el comportamiento de los demás. Los estereotipos permiten evaluar estos aspectos de forma rápida, por lo que proporcionan cierto confort inconsciente, dándonos la sensación de que controlamos la situación, y ofreciéndonos criterios rápidos, que no requieren grandes esfuerzos cognitivos.

Aprendizaje social

En la mayor parte de los casos, los estereotipos inconscientes no son una elaboración de las personas, sino que están inmersos en la cultura de su comunidad, de la que los adquieren a través de los procesos de aprendizaje social. La educación recibida, y los referentes de comportamiento resultan, en este sentido, determinantes, y explican buena parte de los prejuicios que tenemos integrados en nuestro bagaje cultural.

Efectos provocados por los estereotipos

Los prejuicios se mantienen en el tiempo, y no se hacen visibles, porque proporcionan a las personas, y a determinados grupos sociales, beneficios inmediatos. En este sentido, podemos destacar los siguientes efectos provocados por los estereotipos:

Autoestima

Los prejuicios no solo implican una visión negativa de los demás, sino que, por comparación, conllevan un refuerzo de los valores propios. Por ello, en muchas ocasiones, hacen que las personas se sientan más seguras y satisfechas con su propio comportamiento.

Beneficios materiales

Igualmente, el mantenimiento de prejuicios ofrece beneficios directos a las personas y a los grupos que discriminan, como mayor facilidad de acceso a recursos, o mayores posibilidades de promoción, al percibirse como colectivos más confiables, por comparación con el resto.

Apoyo a visiones propias

Los individuos tienden a prestar mayor atención a todo aquello que corrobora sus propios puntos de vista, y a desechar la información que nos contradice. Una experiencia contraria a un estereotipo requiere por nuestra parte un esfuerzo por comprender, y cambiar patrones que podemos tener muy arraigados. Por ello, tenemos una tendencia natural a apoyarnos inconscientemente en los estereotipos, para evitar contradicciones.

Justicia social

El mantenimiento de estereotipos también proporciona a las personas argumentos para pensar que lo que tienen, o han conseguido, es fruto de su propio esfuerzo, por lo que se lo merecen. Estas atribuciones, que pueden ser erróneas cuando no todos los trabajadores y trabajadoras tienen las mismas oportunidades, proporcionan seguridad, y una autojustificación del comportamiento propio.

Como se puede observar, tras los estereotipos y los prejuicios, encontramos elementos muy profundos de la personalidad, que es necesario conocer. Para disolver los procesos negativos a los que puede conducir una diversidad mal gestionada, es necesario que las personas conozcan primero que pueden tener prejuicios (sin saberlo), y de dónde provienen. Normalmente, cuando el debate se plantea abiertamente, las personas suelen tomar conciencia de los mismos, y estar más abiertas a cambiarlos.

Recomendación: trabajar la visibilización

Una primera recomendación, con carácter previo al inicio de cualquier programa de gestión de la diversidad, es trabajar en la visibilización de los estereotipos y prejuicios. El modelo que se ha planteado en este apartado de la Guía podría servir para identificar qué visiones de los demás pueden estar sesgando el comportamiento de los trabajadores en la empresa, fomentando que existan colectivos excluidos, que puedan no estar aportando todo su potencial para la organización.

La gestión de la diversidad requiere abordar de forma específica los elementos que se encuentran detrás de estos procesos, para lo que se deberá:

  • Ayudar a los/as empleados/as a tomar conciencia de la presencia de estereotipos y de su efecto.
  • Sensibilizar acerca de la necesidad de cambiarlos.
  • Fomentar el contacto con individuos diferentes, para disolver los prejuicios.