A la microbiota le gusta el ayuno
"El cambio es la puerta que se abre desde dentro." Virginia Satir, educadora social y psicoterapeuta estadounidense.
El ayuno permite un aumento de la actividad de control sobre las contracciones estomacales que regulan las hormonas como la grelina, la serotonina o el cortisol, entre otras. Además, favorece la digestión, la asimilación de los nutrientes y el desecho de residuos. Por lo tanto, estimula el vaciado gástrico y la regeneración de la microbiota.
Los periodos de ayuno permiten que el intestino entre en un estado de pausa y descanso de la constante descomposición de alimentos. Gracias a ello, se inhiben los microorganismos nocivos que producen la inflamación y están relacionados con obesidad, diabetes y otras enfermedades.
Existen diversos tipos de ayunos: intermitentes, largos o prolongados. Nos vamos a centrar en el ayuno intermitente, que es el que nos proporciona grandes beneficios para la salud de una manera sencilla, segura y cómoda.
El ayuno intermitente
El ayuno intermitente no significa de ninguna manera dejar de comer o alimentarse de un sirope milagroso durante x días, sino ayunar de forma controlada y saludable. Sorprendentemente tiene muchos más beneficios que una simple limpieza del organismo. Podemos destacar unos cuantos:
Beneficios
- Refuerza el sistema inmune
- Mejora la sensibilidad a la insulina
- Ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas
- Reduce los triglicéridos en sangre
- Aumenta el metabolismo
- Ayuda a limpiar el intestino
- Reduce los marcadores de inflamación
- Tiene efecto antioxidante
- Disminuye la ansiedad y el estrés
- Mejora el estado anímico?
Protocolos de ayuno intermitente
Hay varias maneras de hacer ayuno intermitente, pero nos centraremos en dos protocolos, los más usados y exitosos, por su seguridad y facilidad.
Protocolo 12:12
Este protocolo es muy fácil de hacer y se puede realizar todos los días. Nos ayuda a incorporar el hábito y adquirir la disciplina para comer durante periodos establecidos. Se trata de intentar cenar a una hora temprana y dejar descansar al intestino durante doce horas. Entre que cenamos, nos vamos a dormir, nos levantamos y nos ponemos a desayunar puede haber transcurrido perfectamente ese tiempo sin apenas darnos cuenta.
Por ejemplo: si cenas a las nueve de la noche y desayunas a las nueve de la mañana ya has cumplido con el ayuno esencial y saludable.
También puedes retrasar el desayuno. Sin embargo, no tomar absolutamente nada por las mañanas durante unas horas resulta más difícil para la mayoría de la gente. No obstante, puedes beber agua con unas gotas de limón, infusión, caldo, café o té. Durante las otras doce horas puedes comer lo que quieras (preferiblemente, que sea de una manera saludable).
Es tan simple como decir, ¡ya es la hora!
Protocolo 16:8
En este protocolo se aumenta el tiempo de horas sin comer, concretamente a un periodo de dieciséis horas.
Por ejemplo: puedes hacer la última comida a las cinco de la tarde y no comer nada hasta las nueve de la mañana siguiente. Cena 17h ? Desayuno 9h
Mantener esta rutina a diario resulta algo más difícil para empezar, pero una buena opción es realizar este protocolo una vez a la semana. También puedes acudir a él en caso de que hayas comido en exceso a mediodía o hayas cenado fuera una noche de fiesta. Sin embargo, este protocolo se está convirtiendo en una tendencia y muchos expertos de salud lo defienden como el más práctico y saludable, ya que prolonga el proceso de autofagia.
Acostúmbrate a cenar siempre a la misma hora todos los días y a desayunar unas doce horas después e incorpora el protocolo 16:8 una vez a la semana (por ejemplo, los lunes). De esa manera ayudarás a tu cuerpo a recuperarse tras algún exceso de fin de semana.
Comerse a uno mismo
Durante los periodos de ayuno algunos organismos vivos consumen sus órganos menos útiles como medio de supervivencia ante la carencia de alimento. Más allá de esta acción, que nos puede provocar algo de repelús, es un proceso regenerativo natural y muy saludable para nuestro organismo. Este mecanismo se llama autofagia, una palabra de origen griego compuesta por "autos" uno mismo, y por "phagein" comer o alimentar. Es decir, comerse a uno mismo.
La autofagia no se activa a partir de un número de horas concretas de ayuno, sino que actúa progresivamente. Por lo tanto, no es necesario acudir a ayunos extremos, sino que, alargando ligeramente las horas nocturnas de ayuno o posponiendo la primera comida de la mañana, ya favorecemos a su labor.
Si quieres prolongar el tiempo del ayuno, hazlo siempre progresivamente, reeducando poco a poco a tu organismo. Por ejemplo: una vez que hayas adquirido la rutina 12:12, puedes proponerte realizar los días alternos 13:11 y, así, poco a poco llegar al protocolo de 16:8.
Verificación de alimentación consciente