¿Cómo es una evaluación psicológica en catástrofes?
La intervención psicológica sobre las personas por las situaciones de catástrofes, como sobre otro tipo de actuación, requiere, como paso previo, un proceso de evaluación. Este proceso permite adoptar una serie de decisiones sobre la necesidad real de la intervención o sobre las estrategias más adecuadas. También permite comprobar si se avanza en la línea señalada y se han alcanzado los objetivos previstos.
Consideraciones previas
Antes de iniciar el proceso de evaluación se deben considerar lo siguiente:
Los parámetros o variables que se necesita evaluar.
El momento más oportuno para realizar la evaluación.
El procedimiento de evaluación.
Los objetivos que se persiguen.
Los recursos disponibles (humanos y materiales).
Las circunstancias sociales, políticas y económicas del momento dado y de la población afectada.
Problemas sobreañadidos
La evaluación en las catástrofes tiene una serie de problemas sobreañadidos:
La falta de datos, sobre la situación del individuo o la población de estudio, anteriores al impacto del desastre. Con la excepción de algunas poblaciones muy seleccionadas de intervinientes (equipos de socorro, fuerzas del orden público, militares, bomberos, etc.), poblaciones muy específicas (fuerzas de intervención en determinadas misiones) o en algunas poblaciones en las que se hubiesen realizado estudios epidemiológicos previos, en la mayor parte de los casos no se conocen antecedentes fiables de los sujetos afectados.
La misma situación de catástrofe afecta de forma diferente a las personas (diferencias subjetivas individuales) y poblaciones. Existen distintos grados de afectados, desde los "silentes"(apenas tienen expresividad clínica) a los casos más graves (cualitativa y cuantitativamente). También pueden afectarse personas que, habitualmente, no se espera que lo hagan ("inesperados") como los miembros de los equipos de salvamento que, se supone, están preparados para intervenir en estas situaciones.
En algunas ocasiones resulta muy difícil el acceso a los datos de las personas afectadas, por razones de seguridad o confidencialidad, como puede ocurrir en el caso de poblaciones militares.
Resulta muy difícil encontrar grupos control, con niveles semejantes de exposición a la población que se quiere evaluar, que pudieran servir para realizar estudios comparativos.
Finalmente, hay que considerar los problemas éticos y legales de este proceso: el consentimiento del sujeto, la confidencialidad de los datos y las posibles repercusiones que pudieran derivarse en un proceso legal.
En todo caso la evaluación debe realizarse con suficiente delicadeza, comprensión y apoyo humano.
Objetivos de la evaluación psicológica
En principio no difieren de los objetivos que se siguen en toda evaluación psicológica, aunque deban adaptarse a las circunstancias señaladas.
De una forma esquemática se persigue lo siguiente:
Clarificar el problema o los problemas del paciente.
Determinar las variables que han incidido en la aparición y en el mantenimiento del problema.
Planificar y aplicar estrategias de intervención eficaces para aliviar los trastornos psicológicos detectados. También se debe asegurar el cumplimiento del tratamiento por parte del sujeto.
Comprobar si las estrategias de tratamiento puestas en marcha son eficaces o no en la resolución del problema psicológico.
Comprobar si esas estrategias se han generalizado a todos los aspectos vitales del sujeto y continúan empleándose con éxito durante un tiempo de seguimiento posterior.
Fases en la evaluación psicológica
La reacción de las personas afectadas por las situaciones de catástrofe es un proceso dinámico y cambiante en el tiempo. El proceso de evaluación debe adaptarse a esta dinámica evolutiva, teniendo en cuenta que sus necesidades y objetivos pueden ser diferentes en cada fase del proceso.
La evaluación que realizan las personas integrantes de los equipos de socorro, interesados sobre todo en la urgencia vital del caso, es significativamente distinta de la evaluación que realiza el personal profesional de salud mental preocupado por prevenir la aparición de secuelas postraumáticas.
De una forma esquemática podemos distinguir las siguientes fases:
Fases en la evaluación de los afectados en las catástrofes.
A continuación del impacto de la catástrofe.
En esta fase los equipos de socorro clasifican y determinan si un sujeto precisa o no atención psicológica especializada. La evaluación de los equipos de socorro debe ser muy limitada en el tiempo (evaluación precoz), en el lugar (próxima al lugar de la catástrofe), con respecto a las personas (clasificación de casos por la prioridad y tipo de atención que precisan) y con medidas sencillas (tranquilizar, reposo, reposición). Los equipos de socorro estarán familiarizados con el tipo de alteraciones psíquicas que se pueden pre-sentar y los primeros auxilios psicológicos. Se debe prestar especial atención a los pacientes agitados, perplejos e inhibidos y aquellos que presenten un especial riesgo de suicidio. También necesitan un cuidado especial los más vulnerables: niños y ancianos.
En una fase posterior, la persistencia de alteraciones psíquicas o el riesgo de desarrollar síntomas postraumáticos (que pueden aparecer precozmente o demorarse un cierto tiempo) requieren que el sujeto sea remitido al especialista para su valoración y tratamiento. La evaluación, necesaria para prevenir la aparición de secuelas postraumáticas, es un proceso posterior (se realiza una vez que ha desaparecido el riesgo), más alejado de la zona de la catástrofe (refugio, centro de socorro, unidad asistencial) y requiere una metodología más compleja y especializada.
Es un proceso más tardío que requiere procesos de evaluación e intervención más específicos, en un entorno más especializado (tal comoconsultorio, centro de salud mental, hospital) y durante un tiempo más prolongado.