Meditación y Mindfulness: camino compartido
"La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja". Osho
La palabra meditación viene del latín meditatio, que significa "ejercicio intelectual o mental."
La meditación
La meditación es el acto de intervenir en nuestro estado de conciencia para liberar nuestra mente de pensamientos agitados y, así, experimentar calma, tranquilidad y lograr vivir plenamente el momento presente. Una manera de conectar con el interior de nuestro ser.
El estado meditativo, según el zen, es la condición natural de la conciencia humana, capaz de comprender por sí sola el significado de su existencia. Esta percepción se interrumpe por la agitación de la mente o el extremo interés en los asuntos cotidianos que absorben nuestra atención. La práctica de la meditación devuelve a la mente a ese estado básico y primordial, un estado de conciencia plena.
A menudo, confundimos la meditación con técnicas de relajación, visualización o concentración. Aunque la relajación es necesaria para meditar, la meditación es algo más profundo y sublime.
Práctica de la meditación
Hoy en día, la meditación está muy de moda, e incluso, muchos estudios científicos y médicos avalan sus múltiples beneficios y bondades.
Mucha gente entiende la meditación como una oración, rezo o reflexión intimista que se practica en silencio y se vincula a un propósito espiritual o transcendental. La relaciona con la imagen de un monje sentado en una postura imposible para ellos durante horas y tratando de alcanzar algo que nadie sabe muy bien qué es, llamado iluminación. Pero la práctica de la meditación con el objetivo de lograr una vida plena y consciente, no tiene nada que ver con eso.
No tenemos por qué pasar horas en posturas insufribles, ni tampoco dejar la mente en blanco y convertirnos en unas piedras que no piensan. Al contrario, a través de la práctica de la meditación, buscamos desarrollar herramientas para saber cómo salir del pensamiento descontrolado, detener todas esas preocupaciones que se generan en nuestra mente, poner orden en nuestro caos mental, conseguir una claridad mental necesaria para tomar mejores decisiones, lograr mayor confianza y autoestima, soltar las pesadas cargas emocionales acumuladas durante años, gestionar mejor las relaciones personales y laborales, hacer frente a los miedos y vivir la vida que realmente queremos vivir.
Las diversas formas de meditar se relacionan directamente con el propósito de la meditación. Es difícil identificar un número exacto de tipos de meditación, pero podemos nombrar algunos de ellos, los más conocidos actualmente.
Meditación budista, taoísta, vipassana, zazen, mindfulness, en movimiento, silenciosa, guiada, a través de la visualización, de observación, etc. En función del objetivo, la meditación más acertada será una u otra. En cualquier caso, se trata de un momento personal e íntimo caracterizado por la calma y la reflexión.
La meditación requiere práctica y paciencia, pero nunca esfuerzo mental o físico. Puede practicarse en reposo o en movimiento, en silencio o en medio de ruido. Lo que buscamos es un silencio interno donde la persona se centre en el presente sin ninguna distracción mental.
Podemos decir que la meditación es una apertura del yo para revelar su mundo interior, sin que conlleve al mismo tiempo ningún rastro de determinación, ya que ello es ajeno al estado meditativo. En otras palabras, escucharse a uno mismo.
Meditación y mindfulness ¿Es lo mismo?
No exactamente, pero lo uno te lleva a lo otro.
¿Qué es Mindfulness?
La traducción exacta de "Mindfulness" es "Atención o conciencia plena". Es un método para conseguir un estado mental, emocional y físico en el que somos conscientes de lo que nos pasa en el cuerpo y en la mente en el momento concreto, en el momento presente, y saber gestionarlo
¿Qué es meditación?
Dicho de otra manera, la meditación sería como si estuviésemos en el gimnasio haciendo un entrenamiento. Un espacio dónde entrenamos ciertas cualidades cómo, por ejemplo, tener paciencia, calma, generosidad, gratitud, aceptación y capacidad de poder vivir en el presente y disfrutarlo con todos nuestros sentidos.
Dicho de otra manera, la meditación sería como si estuviésemos en el gimnasio haciendo un entrenamiento. Un espacio dónde entrenamos ciertas cualidades cómo, por ejemplo, tener paciencia, calma, generosidad, gratitud, aceptación y capacidad de poder vivir en el presente y disfrutarlo con todos nuestros sentidos.
En cambio, el mindfulness sería más bien una forma de vivir a través de las actitudes que va entrenando la meditación. Sería el maratón para el que nos hemos entrenado en el gimnasio.
Por lo tanto, uno te lleva a lo otro.
Cuando alguien nos da una mala noticia y nos enfadamos, con toda seguridad sentiremos rabia, como proceso emocional, se nos tensa el cuerpo, como proceso fisiológico, y en nuestra mente surgen pensamientos negativos y rumiamos, como proceso mental.
Pero si practicas la meditación y el mindfulness, tendrás herramientas de todo tipo para que ese suceso no te lleve de forma inmediata y automática a acciones impulsivas y dañinas.
En otras palabras, notarás que tienes rabia, pero podrás tomar conciencia de la situación, gestionarla y minimizar los efectos.
La práctica de la meditación, dentro del mundo de atención o conciencia plena, se denomina como la práctica formal, es el entrenamiento.
El concepto ya lo tenemos más o menos claro; nos referimos a un estado de la mente que surge cuando prestamos atención, una actitud de apertura mental basada en la curiosidad y no en el juicio. Es un entrenamiento de la atención en el que nos volvemos capaces de enfocarla y dirigirla para que nuestra mente no vaya de un lado a otro descontroladamente, manteniendo un foco de control interno que nos permite recuperar el dominio mental y estar conscientes de lo que está sucediendo sin caer en la negatividad y el dramatismo.
Para lograr todos los beneficios no hace falta entrenar duramente como si estuviésemos preparándonos para una olimpiada, es más bien algo similar a cepillarse los dientes o desayunar por las mañanas. Es un hábito o un ritual que te exige muy poco tiempo, pero mucha paciencia y constancia.
Antes de ponernos manos a la obra y empezar con la práctica, debemos tener claras varias pautas.
El lugar
El tiempo
Decide siempre cuanto tiempo le vas a dedicar a tu meditación. Si tienes un audio de una meditación guiada de 5 minutos o de 10 minutos, resérvate ese tiempo en exclusividad y si quieres hacer una meditación individual, cronométrate ese espacio que vas a dedicar a ella. También es recomendable elegir el momento con antelación, es decir, márcate el momento concreto, ya sea por la mañana al despertar, a mediodía o por la noche antes de acostarte, pero procura convertirlo en un ritual.
Para empezar, 5 o 10 minutos son suficientes para lograr sus beneficios, aunque el tiempo ideal para una meditación es aproximadamente una media hora.
En la postura corporal, tanto en una silla como en loto, debemos mantener la espalda recta, ni curvada, ni echada para atrás, sino erguida, pero no forzada. Vuelvo a recalcar, para que la respiración fluya correctamente, la espalda tiene que estar lo más recta posible. No importa si quieres apoyarla sobre un respaldo o en la pared.
Si estamos en una silla, debemos tener los pies en el suelo y las plantas de los pies bien colocadas, preferiblemente descalzos. Si estamos en la postura de loto, podemos utilizar el zafu o un cojín, los brazos los dejamos en reposo y las manos relajadas sobre los muslos, pero que no estén entrelazadas. También las podemos colocar una encima de la otra, con las palmas hacía arriba.
Si queremos ser un poco más puristas, deberíamos colocar la mano izquierda, que es la de la sabiduría, encima de la mano derecha, que es la del trabajo, porque la sabiduría se apoya sobre el trabajo. También podemos unir los pulgares, para formar así el mudra de oración o la conexión energética. Si esa colocación no te convence, simplemente deja las manos reposadas sobre las piernas o las ingles.
Los hombros los llevamos ligeramente atrás y los dejamos caer hacía abajo, abriendo las clavículas. La cabeza alineada con la columna vertebral, como si tuviéramos un hilo de marioneta que nos sube y nos une al universo y la barbilla la mantenemos a un puño del pecho con la mirada ligeramente hacía abajo.
Y, por último, antes de empezar, una vez colocado en una posición cómoda, tómate unos instantes para relajarte.
Otros aspectos que debemos tener en cuenta, ante la práctica de la meditación, son nuestras expectativas. Mucha gente se pone retos imposibles y se crean expectativas irreales, eso nos genera mucha frustración y esa nos lleva al abandono de la práctica.
Para encontrar paz.
Para alcanzar el conocimiento.
Para alcanzar la sabiduría.
Para encontrarse a sí mismas.
Para vaciar la mente.
Para experimentar la verdadera realidad.
Para vivir en presente, etc.
Por eso es importante conocer cómo funcionan nuestros procesos mentales, entender qué significa meditar y ser consciente de lo que sucede en nuestro ser. Meditar no es practicar una técnica de relajación, aunque nos ayude a llegar a un estado relajado, sino que su propósito va mucho más allá. Meditar no significa dejar la mente en blanco, no es ponernos en "standby" o simplemente desconectar, cómo si no hubiera nada dentro de nuestra mente y cuerpo.
Nuestro ser tiene vivencias y experiencias y nos damos cuenta si nuestro proceso meditativo está en buen camino cuando después de meditar detectamos unos sutiles cambios, hablando con los hijos, haciendo la rutina de ejercicios, gestionando una reunión de trabajo o comiendo un plato sabroso. Allí notarás realmente el efecto que tiene la meditación, en que estás más presente, en un estado mindfulness.
Por supuesto que el acto en sí ya es muy beneficioso y placentero, pero hay días que no todo es perfecto y con ello debemos contar por adelantado, no pasa nada si hoy te distraes más que ayer, es normal y natural, pero tú sigue.
Es como si estás haciendo fondos y te dices que hoy no los estás disfrutando del todo porque te despistas, pero sigues haciéndolos porqué sabes que es bueno para tu cuerpo y tu salud, sigues porque tienes una meta; sigues porque te sientan bien y sigues por mil razones más, aunque hoy no sea tu día. Pues, lo mismo pasa con la meditación.
Es importante entender que lo que estás haciendo va mucho más allá. De una u otra manera estás conectando contigo mismo, tomando las riendas de tu vida para vivir de una forma plena e independientemente de lo que ocurra en tu interior o exterior.