Escuchar y oír: muy diferentes

Oír constituye una función biológica pasiva, en donde el sistema auditivo detecta y percibe sonidos. Es un proceso fisiológico en el que no necesariamente se requiere atención consciente por parte de la persona. Por ejemplo, mientras caminas por una calle concurrida, es posible que oigas el murmullo de las conversaciones ajenas, el tráfico, o el canto de los pájaros sin que estas percepciones requieran un esfuerzo deliberado de tu parte.

Escuchar, por otro lado, es un proceso activo que implica intencionalidad y atención plena. Escuchar requiere esfuerzo cognitivo y emocional para interpretar, comprender y analizar los mensajes recibidos. Dentro de un contexto laboral, por ejemplo, escuchar activamente las instrucciones de un proyecto significa no solo percibir las palabras del supervisor, sino también discernir su intención, captar detalles importantes y formular preguntas pertinentes para asegurar la comprensión clara y precisa de la tarea asignada.

Un ejemplo del contraste entre oír y escuchar se puede observar durante una reunión de trabajo. Una persona que está presente pero revisando su teléfono móvil podría oír que alguien menciona un nuevo proyecto, pero no estará escuchando activamente los detalles. Comparativamente, otra persona en la reunión que establece contacto visual, toma notas y hace preguntas aclaratorias, está demostrando escucha activa. Esta última, por tanto, es más probable que comprenda claramente el objetivo del proyecto y participe de manera más eficaz en el desarrollo del mismo.

Concepto de escucha activa

La eficacia de la escucha activa se puede medir a través de varios indicadores, como la calidad de las respuestas obtenidas, la reducción de malentendidos y la mejora de las relaciones interpersonales. Feedback positivo de las personas cercanas y una mayor claridad en la comunicación también pueden evidenciar la mejora de estas habilidades.

La escucha activa es una habilidad crucial en el ámbito de la comunicación interpersonal, que implica un esfuerzo consciente por parte de quien escucha para entender, interpretar y evaluar lo que se escucha. A diferencia de la escucha pasiva, que sólo requiere una atención superficial, la escucha activa demanda la participación activa que quien recibe la información, que debe demostrar empatía.

Un componente esencial de la escucha activa es la capacidad de eliminar distracciones internas y externas para focalizarse completamente en la conversación. Otro componente importante es la retroalimentación que permite confirmar la comprensión, demuestra la atención y fomenta un ambiente de comunicación abierta y efectiva.

La escucha activa implica una actitud receptiva y evaluativa, en la que se formulen preguntas para clarificar dudas y se eviten interrupciones, permitiendo que quien habla exprese plenamente sus ideas y sentimientos.

Un ejemplo típico en negociaciones es cuando una de las partes parafrasea lo escuchado para asegurar que se ha interpretado correctamente el mensaje, lo que refuerza la relación de confianza entre los participantes.

En resumen, la escucha activa no es simplemente oír las palabras de la otra persona, sino comprender el mensaje en su totalidad.

Es crucial desarrollar habilidades de escucha activa para mejorar la comunicación efectiva, ya que facilita un mayor entendimiento y reduce las probabilidades de malentendidos o conflictos. Esto no solo es beneficioso en entornos profesionales, sino también en relaciones personales, donde la escucha activa puede fortalecer vínculos al demostrar empatía y respeto hacia las experiencias y emociones de los demás.

Cómo escucho: reflexión sobre mi forma de escuchar

Reflexionar sobre nuestra manera de escuchar es un paso fundamental para mejorar nuestras habilidades de comunicación. La escucha activa no solo implica oír, sino también comprender lo que se está comunicando, tanto verbal como no verbalmente.

Para reflexionar sobre nuestra forma de escuchar, es útil plantearse algunas preguntas sobre aspectos clave (pincha en cada uno para ver la pregunta):

Interrumpir para expresar mis ideas

¿Cuán a menudo interrumpo para expresar mis propias ideas antes de que me hayan terminado de hablar?

Ser capaz de concentrarse

¿Soy capaz de concentrarme completamente en lo que me están diciendo, sin distraerme con mis propios pensamientos o preocupaciones?

Proporcionar señales de prestar atención

¿Proporciono señales verbales o no verbales que demuestren que estoy prestando atención, como mantener contacto visual o asentir con la cabeza?

Hacer preguntas de confirmación

¿Hago preguntas abiertas para confirmar que he entendido correctamente el mensaje que se me está transmitiendo?

Tendencia a prejuzgar

¿Tiendo a prejuzgar el tema o a la persona que habla antes de que haya concluido su mensaje?

Realizar un ejercicio de reflexión consciente sobre estas preguntas puede proporcionar una nueva perspectiva sobre la calidad y eficacia de nuestra escucha. De esta forma, si identificamos que interrumpimos a menudo, podemos decidir conscientemente trabajar en reducir esa conducta durante nuestras interacciones diarias.

Es importante recordar que la escucha efectiva es una habilidad que se puede mejorar con práctica deliberada. Supongamos que notamos que frecuentemente nos distraemos durante una conversación. En tal caso, podemos emplear técnicas como la toma de notas breves para mantener el enfoque y mejorar nuestra comprensión del mensaje principal.

A través de este autodiagnóstico, las personas pueden obtener una comprensión más clara de sus fortalezas y áreas a mejorar en sus habilidades de escucha. La reflexión regular sobre estos aspectos fomenta un entorno de comunicación más efectivo y empático, ya sea en contextos personales o profesionales.

Autodiagnóstico de escucha

Para realizar un autodiagnóstico eficaz de tu estilo de escucha, es esencial que te embarques en un proceso de autoobservación y reflexión crítica. Este proceso permitirá identificar tus puntos fuertes y áreas de mejora. Es fundamental adoptar una actitud abierta y receptiva, dispuesta a enfrentar aspectos de nuestra conducta que pueden ser incómodos de reconocer. Recuerda el objetivo: desarrollar una escucha más efectiva.

A continuación, se presentan algunos pasos prácticos para llevar a cabo esta reflexión:

1. Escenarios de escucha

Identifica situaciones recientes en las que has tenido que practicar la escucha. Puede ser una conversación con una compañera, una reunión con un cliente o una discusión personal. Prioriza aquellos que han resultado significativos o que generaron un desafío particular.

Por ejemplo, si recientemente tuviste una conversación difícil con un cliente insatisfecho, este escenario proporcionará una rica fuente de información.

Elabora una lista de estos escenarios y describe brevemente el contexto de cada uno. Describir el contexto y las dinámicas de estas interacciones te permitirá entender mejor cómo influyeron en tu estilo de escucha.

2. Respuestas emocionales

Reflexiona sobre tus sentimientos y emociones durante cada interacción. Pregúntate si estabas realmente interesado en comprender a la otra persona o si tus pensamientos estaban en otro lugar.

Por ejemplo, en una reunión de trabajo, ¿te sentiste impaciente por responder o genuinamente curioso sobre lo que los demás tenían que decir?

En la evaluación de respuestas emocionales, observa si tus reacciones tienen un patrón común dependiendo de la situación o la persona involucrada. Reconocer estas reacciones te ofrece la oportunidad de trabajar conscientemente en mantener el enfoque y la empatía en futuras interacciones similares.

Por ejemplo, es posible que descubras que tiendes a desconectarte emocionalmente cuando hablas con figuras de autoridad.

3. Comportamientos no verbales

Observa tus gestos, postura y contacto visual en estos escenarios. Considera si estos comportamientos facilitan o impiden tu capacidad para escuchar activamente.

Por ejemplo, si durante una conversación cruzabas los brazos constantemente, podrías estar comunicando desinterés, aunque no fuera tu intención.

El análisis de comportamientos no verbales es esencial para crear conciencia de cómo tu lenguaje corporal puede influir en la percepción ajena.

Por ejemplo, durante una conversación reciente, un colega te señaló que evitabas el contacto visual cuando se discutieron temas complejos. Este tipo de observaciones pueden ayudarte a corregir señales no intencionales que interfieren en la comunicación.

4. Feedback de terceros

Solicita la opinión de familiares, amistades u otras personas en el trabajo, sobre cómo perciben tu habilidad de escucha. Pregúntales si sienten que prestas atención total cuando ellos te hablan.

Un ejemplo puede ser pedir a alguien que comente si siente que sus opiniones son escuchadas y consideradas en reuniones.

Al solicitar feedback de terceros, opta por individuos con los que tengas diversidad de relaciones y niveles de confianza. Esto te entregará una visión más completa y equilibrada.

Por ejemplo, las observaciones de un amigo íntimo pueden resaltar aspectos emocionales, mientras que un colega de trabajo podría ofrecer críticas constructivas sobre tu capacidad de escucha en un entorno profesional.

5. Autoevaluación de resultados

Una vez recopilados los datos, autoevalúa cómo cada uno de estos elementos contribuye a tu perfil de escucha actual.

Por ejemplo, ¿Tiendes a interrumpir? ¿Con qué frecuencia resistes la tentación de ofrecer inmediatamente soluciones a los problemas ajenos?

La autoevaluación de resultados debe ser rigurosa y honesta. Ante la tendencia de interrumpir, por ejemplo, podrías plantearte tácticas concretas como establecer una regla personal de esperar cinco segundos antes de responder. Este tipo de medidas prácticas facilitarán un cambio efectivo en tus patrones de escucha.

6. Reflexión sobre barreras personales

Identifica las barreras internas que podrían limitar tu capacidad de escuchar activamente, como prejuicios, distracciones mentales o niveles de estrés.

Por ejemplo, podrías darte cuenta de que tus prejuicios sobre un tema específico impiden escuchar objetivamente a aquellas personas que tienen una perspectiva diferente.

Este ejercicio te permitirá tomar consciencia de tus patrones de escucha, orientándote hacia un cambio positivo que te ayude a mejorar esta habilidad crucial. Considera plantearte regularmente estas cuestiones y ajustar tus tácticas de escucha en respuesta a cada situación concreta.

 

Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Escucha Activa, empatía y asertividad (ADGD096PO).

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