Aprendiendo a convivir con nuestras emociones
Un comportamiento muy extendido con respecto a las emociones, es que solo les hacemos caso cuando ya se han convertido en un problema, como conflictos personales, ansiedad o depresión. Cuando las emociones se han acumulado tanto, que nos impiden seguir con nuestras actividades diarias o conllevan pérdidas personales, como por ejemplo el deterioro de relaciones, es entonces cuando paramos o buscamos ayuda.
Sin embargo, son parte de nuestro día a día y tenemos que aprender a convivir con ellas, incluso a usarlas a nuestro favor, ya que pueden aportarnos información muy útil.
Porque las emociones, por muy desagradables que sean, siempre están intentando ayudarnos a adaptarnos, lo que pasa es que si no las entendemos ni tenemos herramientas de gestión emocional, lo normal es evitarlas, reprimirlas o explotar.
Veamos la explicación que la psiquiatra Marian Rojas Estape hace en su libro Como hacer que te pasen cosas buenas sobre cómo interpretamos esas señales externas:
Tras recibir una señal del exterior reaccionamos e interpretamos la realidad dependiendo de tres factores:
Nuestro sistema de creencias
Nuestro estado de ánimo
Nuestra capacidad de atención y percepción
Tras esa interpretación el cuerpo responderá en modo alerta o en modo protección (estoy seguro o percibo peligro), afectando a la mente y al organismo.
Esto explica como ante un mismo hecho, cada persona puede responder de manera completamente diferente, dependiendo de la interpretación que pueda hacer de lo que está pasando.
Señal
INTERPRETACIÓN
EMOCIÓN
RESPUESTA FÍSICA
ACTITUD
Las emociones son nuestro sistema de orientación natural y nos aportan información sobre nuestra relación con el entorno, por eso no son ni positivas ni negativas, pueden ser agradables o desagradables, pero todas son útiles.
Eso sí, dependiendo de nuestras competencias emocionales, nos pueden ayudar o nos pueden dificultar aún más algunas situaciones.