Epicteto decía: «No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede»

Nuestro diálogo interno moldea nuestras creencias sobre nosotros y sobre el mundo que nos rodea. Repercute directamente en nuestro estado emocional y, este último, a su vez, puede influir sobre nuestro diálogo interno.

Este diálogo interno no es otra cosa que los pensamientos y, según los padres de la inteligencia emocional, estos pueden ser de 2 tipos:

  1. Pensamientos positivos nos hacen sentir bien y nos dan impulso.
  2. Pensamientos negativos son aquellos que nos hacen sentir mal y son un obstáculo para alcanzar metas llegando incluso a bloquearnos o paralizarnos.

Al mismo tiempo, cada uno de los pensamientos que tenemos, pueden tener que ver con nosotros o con otras personas o situaciones.

Veamos algunos ejemplos de pensamiento:

Positivo sobre mí

Claro que puedes, solo tienes que ser constante y verás cómo lo consigues.

Negativo sobre otro

Además de desagradable es muy desordenado.

Positivo sobre otro

Se lo merece, trabajó muy duro.

Negativo sobre mí

Es que soy un desastre.

A estas alturas aparece en nuestra mente la pregunta: ¿qué pasa con los pensamientos neutros? Numerosos estudios dicen que no existen. No hay pensamientos neutros. Todo lo que pensamos, crea una realidad.

El autor Raimon Samsó en varios de sus libros, explica que, "si estamos más de veinte segundos con un pensamiento en la cabeza, con una determinada vibración, la probabilidad de que empecemos a vibrar en esa frecuencia es muy alta".

Si tenemos pensamientos negativos, recurrentes, durante un largo periodo de tiempo, comenzaremos a vibrar en una baja frecuencia, y atraeremos a personas y situaciones con esa vibración.

Todo nuestro mundo es un espejo de nosotros mismos. ¿Qué sentimos?, ¿de qué forma estamos pensando?, ¿qué estamos creyendo? Solo tenemos que echarle un vistazo a nuestro mundo externo para saber qué estamos pensando, sintiendo, creyendo y, por tanto, creando.

Existen estudios que revelan que un individuo dedica cerca de 15 horas por día a los diálogos con uno mismo. ¿Somos conscientes de que estamos generando pensamientos de manera continua? Son decenas de miles al cabo del día.

Estos mismos estudios dicen que el 80 % de la población tienen comunicaciones negativas el 90 % del tiempo.

Imagina que en tu diálogo interior te repites continuamente, ante cualquier situación nueva: "No sé", "me saldrá fatal", "lo haré mal"... Una y otra vez ante cualquier novedad, ¿cómo podría afectar a tu estima la repetición de este pensamiento?, ¿cómo podría afectar a tus relaciones? Seguramente te generará inseguridad a la hora de abordar cualquier tarea. ¿Conoces a alguna persona insegura?, ¿cómo son sus relaciones? Si tuvieras que listar lo que se dice a sí misma esta persona ¿serán pensamientos de ánimo?
Es importante que escuchemos nuestro diálogo interno y nos entrenemos, si no en cambiarlo, al menos en poder interrumpirlo cuando entremos en el círculo vicioso que nos impide avanzar, que nos desmotiva o nos genera una inseguridad paralizante.
Según la inteligencia emocional: "Aprender a escucharnos y a manejar nuestros pensamientos es fundamental para nuestra motivación y nuestra regulación emocional".
 

Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Bienestar laboral.

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