Ante la aparición de un conflicto, podemos responder optando por diferentes estilos que mezclan tendencias competitivas o cooperativas, dependiendo de la situación. A continuación, vamos a explicar levemente cinco estilos, el competitivo, evitación, compromiso, complaciente y colaborador. Solo hace falta descubrir cuál es el más adecuado para solucionar un determinado problema.
El enfoque es claro, solo se puede ganar o perder, por lo que la recomendación es que sea utilizado en contadas ocasiones: ante actuaciones que necesiten respuestas rápidas, impopulares pero esenciales para la subsistencia de la organización, si la seguridad sobre la decisión es total, etc.
Las personas que recurren a este estilo muy a menudo han de preguntarse si no impondrá demasiado, quizás las personas que colaboran sean poco críticas, excesivamente condescendientes o no tengan la preparación y los conocimientos necesarios para realizar las funciones encomendadas.
Si por otra parte, la utilización de este estilo es casi inexistente puede deberse a una falta de confianza por parte de la persona en el poder que tiene, muchas veces sin basarse en aspectos reales, sino en percepciones falsas.
Es un estilo propio de personas que no afrontan adecuadamente y de forma seria el conflicto, ya que no buscan la satisfacción propia ni la de los demás. La intención es postergar el problema hasta una ocasión mejor, por lo que no se soluciona, sino que simplemente se oculta. Si una persona utiliza este estilo normalmente se encontrará en un punto donde, por uno u otro lado, todo estallará, ya que la cantidad de problemas acumulados será imposible de controlar. La relación entre las personas que forman parte de un grupo es difícil, por lo que siempre habrá que tener cuidado con no tocar temas que deriven en conflictos.
Si apenas se utiliza veremos cómo podemos centrar nuestros esfuerzos en solventar problemas no prioritarios y que pueden ser postergados en el tiempo, algo que no es beneficioso para el grupo.
Lo importante al asumir este estilo es lograr un acercamiento entre las partes, que puede convertirse en un futuro compromiso gracias a la satisfacción parcial de los intereses de las personas que participan. Ante posiciones muy distantes y poderes similares, llegar a acuerdos temporales es un logro y lo que se intenta en este caso.
Una persona que utiliza este estilo puede llegar a obsesionarse demasiado en los objetivos a corto plazo, dejando a un lado la visión general a largo plazo y creando un clima centrado en solucionar los problemas inmediatos, olvidando los de otro tipo que seguramente sean más importantes.
Si la persona no utiliza mucho este estilo puede que se sienta incómoda ante una negociación, por lo que su aportación para solucionar conflictos será mínima.
Lo importante es que la otra parte quede satisfecha con lo que consigue, dejando al cedente sin apenas beneficios en la relación. Como podemos ver, hay una generosidad desmedida y completamente sumisa a los objetivos de la otra parte. Una persona que utiliza mucho este estilo se centra demasiado en la situación personal de los demás, sus preocupaciones, sentimientos, necesidades y sobre todo a satisfacerlos, olvidando muchas veces las funciones que es preciso desempeñar en la organización. La disciplina queda seriamente afectada. Si ocurre lo contrario, que se utiliza poco, se puede deber a una obsesión desmedida por la tarea y una dejadez con respecto al acercamiento a las personas con las que trabajamos, lo que es igualmente negativo.
La intención es que todo el mundo consiga sus objetivos y quede satisfecho, por lo que habrá que conocer el problema principal y los secundarios, llegando a los conflictos que realmente afectan la relación. Se aplicará cuando sea necesario llegar a soluciones estables en el tiempo, consiguiendo confianza y aprendiendo a conocer otras visiones igualmente acertadas de un mismo tema.
Una utilización excesiva implica abordar e intentar solucionar todos los temas cuanto antes, incluso los que se pueden aplazar, por lo que la pérdida de tiempo puede ser importante. Si por el contrario la utilización de este estilo es baja, se omite la importancia y la riqueza que implica tener en cuenta las posiciones y objetivos de los demás, así como las ventajas de la colaboración.
Es evidente que el estilo más adecuado para un determinado momento depende del conflicto y de la situación de las partes. Colocando todas las piezas del puzzle veremos cuál encaja mejor en un punto concreto e intentaremos que este ayude a conseguir la mejor solución ante el problema planteado.
Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Equipos de trabajo.
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