Las funciones del tutor de empresa son diversas y requieren una mezcla de habilidades interpersonales y de gestión para un desarrollo efectivo de las prácticas en centros de trabajo. Analicemos las más destacadas.
El tutor de empresa debe organizar y detallar las actividades que realizarán los estudiantes durante su período de prácticas. Esto supone establecer objetivos de aprendizaje claros, adecuados a las competencias que deben adquirirse y compatibles con los recursos disponibles.
Por ejemplo, si el estudiante va a realizar prácticas en un taller de automoción, el tutor planificará un calendario en el cual se incluirán actividades como el mantenimiento básico de los vehículos, supervisadas paso a paso.
Una vez iniciada la formación práctica, el tutor debe hacer seguimiento del progreso del estudiante. Esto incluye resolver dudas, ofrecer retroalimentación y asegurarse de que los objetivos formativos se están cumpliendo.
Por ejemplo, en un entorno de práctica de enfermería, el tutor deberá orientar al estudiante sobre las técnicas correctas de administración de medicamentos y monitorizar su habilidad para realizarlas de forma autónoma y segura.
Evaluar las competencias adquiridas por los estudiantes es crucial. Esto se realizará tanto de forma formativa (durante el desarrollo de las prácticas) como sumativa (a la finalización del periodo de prácticas), comprobando la consecución de los objetivos previstos.
Por ejemplo, el tutor puede utilizar listas de cotejo o rúbricas para evaluar la capacidad del estudiante para realizar un balance de caja en un comercio.
El vínculo con el centro educativo es esencial para la coherencia de la formación. El tutor de empresa debe mantener comunicación con el tutor académico y participar en la programación y adecuación de las prácticas a los requerimientos curriculares.
Una de las tareas podría ser la coordinación de visitas al lugar de trabajo o la actualización sobre el progreso del estudiante.
Los tutores deben asegurar que los medios materiales y humanos estén disponibles y sean óptimos para la formación práctica. Esto implica desde la asignación de espacios físicos hasta la disponibilidad de equipos y materiales necesarios.
En un restaurante, por ejemplo, esto puede conllevar garantizar que el estudiante de cocina tenga acceso a su propio espacio de trabajo y a los utensilios necesarios para preparar platos específicos.
En el marco de las prácticas, pueden surgir discrepancias o conflictos que el tutor debe saber gestionar, promoviendo un ambiente de colaboración y respeto.
Esto puede incluir mediar en malentendidos entre el estudiante y otros empleados u ofrecer soluciones ante posibles problemas de adaptación al entorno laboral.
Esta píldora formativa está extraída del Curso online de Tutorización de la formación práctica en centros de trabajo (SSCE21).
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