De la Revolución Neolítica a la Revolución Urbana

Los primeros núcleos de población: la revolución neolítica

La especie humana hemos vivido un lento proceso de urbanización durante los últimos 10.000 años. Es interesante remontarnos a tiempos del Neolítico para plantearnos cómo fuimos paulatinamente abandonando las prácticas nómadas de recolección y caza; para, casi sin darnos cuenta, convertirnos en una población sedentaria, estableciéndonos en un lugar determinado que empezamos a considerar como nuestro hogar. Este proceso fue consecuencia natural de uno de los mayores descubrimientos de la humanidad: la agricultura.

Cuando aprendimos a cultivar nuestro propio alimento, el ser humano dejó de ser cazador y recolector de forma principal, convirtiéndose en agricultor. En zonas que hoy ocupan países como Egipto, Irak, China, India, Mali o México, se empezó a cultivar trigo, cebada, arroz o maíz. Esto permitió también desarrollar otras actividades como la ganadería, domesticando los primeros animales de granja, como cerdos, vacas, cabras, ovejas o llamas; e iniciar numerosos oficios derivados de la producción y la transformación.

La estancia en un lugar fijo provocó el abandono de cuevas y refugios de carácter temporal, y la construcción de nuevos lugares para vivir, cabañas y chozas; que fueron, con el tiempo, ganando en estructura y habitabilidad. La concentración de estas viviendas en asentamientos generó servicios y necesidades comunes, que hicieron necesario crear los primeros sistemas de gobierno local.

Estos pequeños grupos de población han convivido desde entonces, y durante miles de años, como estructuras de poblaciones rurales o urbanas, que han ido evolucionando, transformándose o desapareciendo.

El nacimiento de las ciudades

Poder asegurar un acceso continuado a la alimentación, como consecuencia del desarrollo de la agricultura, posibilitó el agrupamiento en esos primeros núcleos de población, y su posterior crecimiento.

Se necesitó entonces la prestación de servicios comunes para la población que, según la época fueron ganando o perdiendo su importancia. Se trata, por ejemplo, de canales, templos religiosos, circos, teatros, termas, acueductos, red de alcantarillado, pavimentación de las calles, murallas, ordenación urbana, gasificación, red semafórica, sistema eléctrico, cobertura de telecomunicaciones...

Una actividad que provocó la incorporación de nuevas tecnologías como la rueda, el arado de sembradera, el torno o la vela; y acentuó la división en clases sociales con la creación de nuevos roles en la actividad económica, política y religiosa.

Estos asentamientos sentaron las bases de las grandes civilizaciones en diversas partes del mundo. En amplias zonas de Egipto, Mali, Irak, China, India, México o Perú, estos poblados se convirtieron en ciudades, con sistemas políticos centralizados, e incluso sistemas de defensa que les permitían hacer frente a los ataques de enemigos externos.

Las nuevas poblaciones acapararon así distintas atribuciones y funciones económicas, políticas, administrativas, militares o religiosas. Con el tiempo empezaron a tener más peso los sectores económicos secundario y terciario que las actividades agrícolas y ganaderas, ayudando a su desarrollo hasta su consideración como ciudades; que tuvieron, y siguen teniendo, una desigual evolución a lo largo de la historia; transformándose o, en ocasiones, desapareciendo.

Las primeras ciudades

Lo que podríamos definir como primeras ciudades nacieron en la antigua Mesopotamia, entre las planicies aluviales de los ríos Éufrates y Tigris. Ciudades de miles de habitantes, con murallas, grandes templos y un poder central. Es el caso de EriduUruk o Lagash, creadas hace más de 7.500 años con el desarrollo de la civilización sumeria, considerada como la primera civilización del mundo. 

También se generó un incipiente desarrollo urbano en costas asiáticas del mar Mediterráneo y del océano Pacífico, así como en las cuencas de los ríos Nilo e Indo. 

En Europa los primeros núcleos urbanos podrían haber sido Argos y Atenas, en las costas mediterráneas griegas, perdiendo peso la primera en beneficio de Atenas, que ha sido considerada como el punto de inicio de la civilización occidental.

Todas estas ciudades tenían en común su dependencia del medio acuático, cerca de los grandes ríos y de la costa.

"Pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?". Cita de la película "La vida de Brian" (1979), largometraje del grupo de comedia inglés Monty Python.

La revolución de las ciudades

El proceso de urbanización aceleró con la entrada en el nuevo milenio en el que nos encontramos, alcanzando una verdadera revolución urbana, que puede ser comparable con la revolución neolítica por la trascendencia que tiene en el cambio de comportamiento de la especie humana.

Desde el año 2007, según el estudio de perspectivas de población urbana de Naciones Unidas, el número de personas que viven en las ciudades ha sobrepasado a las que viven en el medio rural, por lo que el mundo pasó de ser rural a ser urbano. La población mundial se ha "urbanizado", en un proceso que está acelerándose de forma exponencial con el avance del siglo XXI. Por este motivo, el siglo XXI ha sido llamado el "siglo de las ciudades".

En este contexto, las ciudades han alcanzado mayor protagonismo económico y político, y a menudo actúan de forma paralela o independiente de los gobiernos nacionales. Se asocian o compiten entre ellas según las oportunidades que ofrece el nuevo paradigma internacional.

Son ciudades que están en proceso de cambio y transformación ante los grandes retos a los que se enfrentan, en materia de movilidad, desigualdades sociales o desastres medioambientales. Por este motivo deben transformarse en ciudades inteligentes (smart cities), apoyándose en las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y la innovación.

"Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida". Woody Allen, actor, director, guionista, músico y escritor estadounidense (1.935 - ), ganador de 4 premios Óscar (3 mejor guion y 1 mejor director).