Y… ¿por qué no nos formamos?

5 de Diciembre de 2022

Del análisis de los datos de FUNDAE 2021 en La Rioja se podría concluir que en nuestra comunidad autónoma eso de la formación bonificada de los trabajadores no va con nosotros. Es fácil quejarse y echar las culpas a unos y otros pues las quejas pueden ser útiles para despertar conciencias pero, lo verdaderamente importante es plantear soluciones. Entonces, ¡vamos a ello!

Para comenzar, partamos del supuesto de que “no es necesario formarnos”, en este caso el problema planteado no es un problema y ya podríamos terminar este artículo. Pero… ¿de verdad crees que no necesitamos formarnos?

Ya conocemos las nuevas normativas que afectan a nuestro negocio, gestionamos equipos de trabajo, utilizamos bastante bien Excel, pero, ¿sabemos qué son las tablas dinámicas? ¿Podemos mejorar en la relación con los demás? ¿Tener más empatía? ¿Organizar mejor nuestro tiempo? ¿Comunicarnos mejor con quienes nos rodean?

Está claro que anualmente tendríamos que formarnos y mejorar en muchos o algunos aspectos. El problema quizás radique en que creemos que no necesitamos formarnos, y en verdad sí es necesario. Ante esta situación la solución es la concienciación: tomar conciencia de la necesidad de formarnos a lo largo de la vida.

¿Y si el problema es que ya somos ricos? Es decir, nuestra empresa funciona bien, tenemos bastantes clientes que nos compran año tras año, no hay que hacer nada nuevo...; todo está bien, ¿no? Por lo general, haciendo lo mismo conseguimos lo mismo o menos, pero casi nunca más. En esta situación, nos vamos desangrando tan poco a poco que, finalmente, morimos plácidamente. 

De nuevo, la solución es concienciación: darse cuenta de que aunque vaya bien hay que innovar y mejorar para crecer. A mí me gusta decir que lo que no crece, decrece. La formación es la herramienta y debemos ser conscientes de ello.

Pues si después de todo esto ya estamos concienciados: ¡manos a la obra, vamos a formarnos!

Y… ¿por qué no nos formamos?

Una respuesta posible puede ser que formarnos es complicado y cualquier pequeño obstáculo lo tomamos como excusa para no hacerlo.  Sí, reconozcámoslo, muchas veces somos como aquel que quiere conseguir un objetivo pero siempre encuentra excusas para no ponerse con ello. 

Por lo tanto, lo que hay que hacer es eliminar los obstáculos, hasta los más pequeños.

Formarse requiere esfuerzo

Hasta que no se invente la pastillita de aprender, es lo que hay: formarse requiere invertir unas cuantas horas. Este es un obstáculo difícil de saltar, quizás la mejor solución es realizar formaciones de alto rendimiento.  

¿Y qué es esto del alto rendimiento? Entendemos rendimiento en el sentido literal en el ámbito de la ingeniería: una formación de alto rendimiento es la nos permite aprender mucho sin invertir un gran esfuerzo.

Para ello, la formación debe estar diseñada para que el alumnado adquiera las competencias que necesita, con prácticas ajustadas a su realidad laboral que le permitan aprender haciendo, con vídeos explicativos, y una tutorización experta que responda a sus dudas y lo apoye en todo momento. Hay múltiples formas de aprender, pero de alto rendimiento muchas menos.

Falta de tiempo

"Prefiero disfrutar de mi tiempo libre con mi círculo". Cierto ¿no? El trabajo es muy exigente y después de una jornada de 8 horas, 2 horas de desplazamiento, intendencia, hijos y/o amigos, nos queda muy poco tiempo y lo queremos destinar a vivir, no a formarnos. 

La solución pasa por la generosidad empleado-empleador, podemos destinar algunas horas de vida pero también de trabajo. Un empresario inteligente debe reservar horas laborales para facilitar que los empleados se formen.

Fue Henry Ford quien dijo “Sólo hay algo peor que formar a tus empleados y que se vayan. No formarlos para que se queden”.

Mucha gestión administrativa y pocos recursos

Para las empresas de menos de 50 trabajadores, la organización y gestión de la Formación Programada puede significar un dolor de cabeza.

Para realizar formación a través de esta iniciativa es preciso abordar una serie de trámites que llevan tiempo y recursos, dos elementos que en las pequeñas empresas son bastante más escasos que en empresas de otros tamaños. En este escenario, es imprescindible trabajar por la eficiencia y eficacia en la gestión de la formación, ayudando a estas pequeñas empresas a disminuir la carga de trabajo que ello conlleva. 

Dinero

"Este curso vale una pasta". Pues sí, otro obstáculo, el vil metal. La verdad es que este es un obstáculo que lo han identificado nuestros gobernantes y han puesto soluciones. Año tras año, hay múltiples convocatorias de cursos gratuitos dirigidos a trabajadores empleados y desempleados. En este caso, el mayor inconveniente para aprovechar esta formación es que hay que estar en la estación cuando pasa el tren. Una mayor y mejor información de estas convocatorias ayudaría a que fuesen mejor aprovechadas.

Si eres un empleado por cuenta ajena la cuestión se simplifica bastante pues, gracias a la formación bonificada, todas las empresas tienen un crédito anual que puede invertir en formación. Ese importe se lo pueden deducir de los pagos a la Seguridad Social por lo que, a todos los efectos, la formación es gratuita para la empresa. Por lo tanto, la formación bonificada por FUNDAE es una magnífica iniciativa que no solo reduce el coste de la formación (en algunos casos, hay que cofinanciar una parte) sino que impone que, para que una formación se pueda bonificar, cumpla con una calidad suficiente.

Es posible que al leer este artículo se te ocurran otras causas y soluciones para mejorar esta situación, pero bajo mi perspectiva, tras muchos años de experiencia en el sector y como empresario, creo que aquí están recogidas algunas de las más importantes. Debemos trabajar la concienciación y la generosidad, teniendo la certeza de que formarnos a lo largo de nuestra vida laboral nos va facilitar ser más competentes en nuestro trabajo y, de este modo, contribuir a que nuestra sociedad sea un poquito mejor.

Sin duda, está en nuestra mano.