La necesidad de incentivar la formación
Es sabido que, además de necesario, el saber no ocupa lugar. Pero sí requiere de esfuerzo y tiempo, para poder equilibrar la jornada laboral, la vida personal y el tiempo de estudio y aprendizaje. Con este enfoque tan instaurado en nuestra sociedad, el concepto general es que realizar un curso implica mucho trabajo, y resta tiempo a la familia y a las aficiones.
Pero hemos de ser conscientes de que vivimos en la “era tecnológica”, y que un gran porcentaje de las actividades que desarrollamos en nuestro día a día, ya sean profesionales o personales, no podríamos realizarlas sin tecnología. El problema es que avanza frenéticamente y, en numerosas ocasiones, seguimos haciendo nuestras tareas del mismo modo, con esa resistencia a formarnos e innovar por el esfuerzo que ello conlleva y la incertidumbre que supone salir del área de confort.
En este aspecto estamos sufriendo un periodo en el que la formación para personas laboralmente activas está colapsada; el ánimo por regularlo todo está generando trabas en la imperiosa necesidad de que los trabajadores se formen. Y no nos olvidemos, la no formación empuja a no ser productivos, y con ello a reducir la calidad de nuestro trabajo.
No obstante, tenemos los medios para ponerle solución: el crédito de formación que cada empresa dispone anualmente para formar a sus trabajadores a coste cero. Sin embargo, el sistema se ha convertido en una carrera de obstáculos y muchas empresas optan por no consumirlo.
Los datos ofrecidos por FUNDAE evidencian un retroceso continuado durante los últimos años, tanto en el número de personas formadas como en el crédito consumido por las empresas.
Tenemos que ser conscientes de la situación y pensar en positivo: podemos solucionar este problema entre todos; trabajadores, empresas y Administración. Hagámoslo fácil: incentivemos la formación y retomemos el camino de la formación continua.
Y así, por parte de las empresas, es importante que se facilite la formación de los trabajadores, consumiendo el crédito de formación, respetando los requisitos contemplados, divulgando la necesidad de innovar, mejorar, y hacer las tareas de una forma más eficiente. La Administración lo tiene que poner fácil para que la formación fluya a través de planes de formación gratuitos, estableciendo escenarios que permitan impartir formación de calidad, con las empresas de formación como aliadas. Las empresas de formación debemos primar la calidad y la transparencia, la excelencia en nuestro trabajo, para conseguir que nuestros alumnos aprendan y enorgullecernos del crucial papel que estamos desarrollando.
En definitiva, allanar el camino a los trabajadores para conseguir el equilibrio deseado y sin perder de vista el avance, la innovación y el aprendizaje que nos hace mejorar cada día, en términos de calidad y eficiencia.